domingo, 8 de abril de 2012

CAPÍTULO I.Cont.LA MUERTE EN ESCENA

 Había aparecido un lado doloroso, la ilusión levantó su velo y mi mágico mundo se
desmoronó. La tristeza decidió  hospedarse por bastante tiempo en mi corazón.
Abruptamente, la realidad golpeó la puerta de mi vida y todo cambió de color.
Nada de lo que parecía era, las definiciones no servían, los conceptos carecían de sentido.
En mi interior, miles de  preguntas me atormentaban, mientras el dolor no dejaba
 de arremeter, moviendo lo que había creído que era la vida hasta entonces.
Un año después decidí divorciarme y seguir mi camino. Esta experiencia ocupaba
toda mi energía y la vida en pareja ya no era de mi interés. Otras vibraciones me
 estaba llamando.
Pedí traslado a la capital de la provincia, Resistencia. Dejé mi casa, amigos
 y familia y partí con mi hija luego de una problemática separación,
con todos mis miedosa cuestas, llevándome los cuestionamientos familiares,
siguiendo una senda
que solamente yo veía.
Allí inicié una nueva vida, mientras Gisella crecía también con todas sus preguntas
y sus propios cuestionamientos sobre el por qué de la separación.
 ¿Por qué el papá no seguía con la mamá.?
Fueron tiempos de acostumbrarme a una vida diferente; nuevos compañeros
 de trabajo, vivir por primera vez en un departamento, un barrio que no era de
 mi agrado y comenzar a comprender qué es lo que estaba pasando en mi interior.

            Lo primero que hice fue seguir un curso de meditación, lo sentía absolutamente
            necesario ya que la entereza que había mostrado, esa fuerza interior para el cambio,
            nacía de un lugar desconocido, pero en realidad estaba deshecha.  En ese mundo,
            conectándome conmigo, comencé a encontrar pequeñas respuestas, atisbos que
            me fueron mostrando otros aspectos que nunca había percibido. Logré equilibrarme y
            con ella mi relación con Gisella cambió, para comenzar a armonizarse.
Y así seguimos esa  relación entrañable que nos unía tan profundamente en la cual
no existía una sin la otra.
Incluso una vez, llorando, me reclamó  por haberla cuidado tanto. Tenía ocho años
y nunca la dejé hacer algo por ella misma. Y ahora no se atrevía a viajar sola a ver
a su padre, no se animaba a subir al colectivo para ir al colegio, simplemente se asustaba.
Caminábamos por la vida, siempre de la mano, sosteniéndonos mutuamente,
con un amor que tenía mucho de obsesión.
Nos comunicábamos en sueños. Muchas veces, cuando viajaba a su ciudad
natal, de noche abría violentamente la puerta del dormitorio y se abrazaba a mi.
Aunque físicamente no estaba, yo sentía el palpitar de su corazón y la tibieza de
su piel.
Sabía que en algún momento me contaría alguna experiencia que la había alterado.
Cada vez que se pasaban algunos minutos de la hora en que tenía que volver
del colegio y no llegaba, yo entraba en desesperación. Tomaba su agenda
 y telefoneaba a la casa de sus compañeras, llegando a enfermarme si no sabía
lo que estaba pasando, con su consiguiente reclamo, porque no podía entender
lo que me ocurría.
Yo tampoco entendía mi propia reacción. Siempre la vi como una niñita, la llamaba
“la nena”, la trataba de la misma manera y no la dejaba que se independizara,
con el profundo miedo que le sucediera algo que no sabía explicar qué era.
Con el tiempo, nos integramos a la nueva ciudad. Hicimos amistades perdurables,
 concretamos  una buena relación entre nosotras y las dos teníamos nuestra vida personal..


Los cambios interiores seguramente no habían sido completos, ya que un día supe
 intuitivamente que estaba gestando una enfermedad. Pero el diagnóstico
definitivo de cáncer de mama tardó diez meses en confirmarse.
 Decidimos con mi hermana Mary pedir una segunda opinión en Buenos Aires.
Era el año 1995, Gisella tenía catorce años e iba a la Escuela Secundaria,
hasta el momento sin problemas.
Esta etapa necesitaba de mucha fortaleza, nos despedimos llorando sin consuelo
 y se quedó acompañada de mi hermana Alicia.
 Esto llevó a ambas a una gran prueba, que duró mucho tiempo. Fue un periodo
en que tuvimos que separarnos y cada una lo vivió a su manera.
El denominador común fue el dolor, la constante preocupación y la imposibilidad
de controlar nada, lo que provocaba más enfermedades.
Mientras yo pasaba de un estudio a otro, los médicos opinaban y se decidía la
cirugía fueron pasando los días.
En medio de la espera del análisis patológico luego de tan larga operación,
para mi el mundo se detuvo. Me sentía en una nube, rodeada de algodones, no
quería pensar ni especular, solamente despertar el día en que los estudios
 dieran su última palabra.
Un momento antes de entrar a la Sala de Cirugía me pregunté. ¿Quiero vivir?
La respuesta fue: “Si, pero desde un lugar diferente.” Y me dormí.
Esta intención de sanar proyectó un resultado favorable. Milagrosamente
la enfermedad estaba encapsulada y sólo debía rehabilitarme.


Me quedaba un tiempo importante de trabajo con los médicos. Consideraba un
ángel a quien me estaba realizando la reconstrucción mamaria, porque sólo un
ángel pudo llegar en ese momento a mi vida y transformar un hecho tan fuerte
en una tarea de amor a mi misma y a mi cuerpo. Este maravilloso ser me trataba
como a una escultura, cada vez que venía a cambiarme las vendas lo hacía de
una manera que pocas veces he visto, con una total entrega, como si realmente
el trabajo fuera una obra de arte.
Gisella vino a visitarme y luego siguió viaje a Mar del Plata, a la casa de su tíos.
Yo estaba un poco mejor y logramos pasear e ir de compras.
Pero el proceso fue largo, duraría casi un año, de constantes
viajes a Buenos Aires y dos grandes cirugías.
Mi intención de sanar prevaleció. Milagrosamente, todo fue mejorando.
En el camino quedó la carrera de Derecho que  yo había comenzado un
tiempo antes y “la nena” repitió el año escolar fruto del proceso de
la enfermedad y la separación.
Conseguir colegio para una alumna que repite es una odisea. Parece ser
que el adolescente ya no tendrá más oportunidades y debe aceptar
algún lugar perdido en un colegio pobre y triste, donde todos los
alumnos son producto de la misma causa y donde se crea un ambiente
de niños que no permiten ser ayudados y a quienes nadie quiere ayudar.
Un nuevo espacio totalmente diferente, donde ella se integró a un grupo de
compañeros que pasarían a formar parte de su vida de ahora en más.
Desde la época en que salí de mi ciudad natal, me dediqué a la meditación.
Al año de la separación toda la armadura que me había creado para
sobrevivir se fue resquebrajando y  llegó un momento en que debía hacer
 una terapia ya que estaba muy delgada y no podía dormir.
 La meditación me ayudó a sanar y a la vez
me mostró un camino que mi alma anhelaba.
En el mismo Instituto concurrí a clases donde practicábamos diferentes
tipos de percepciones extrasensoriales. Telepatía, clarividencia,
psicodetección, lectura de aura,  sanaciones. Fueron tiempos de aprendizaje
sin preguntarme nada, sólo por el placer de reconocerme capaz en esa
 áreas que no se pueden comprobar, pero que para mí tenían una
existencia visible.
El mundo invisible era un espacio donde podía entrar, claramente y sin
ningún esfuerzo. Colores, símbolos, energías, danzaban en mi mundo interior
y por fin podía comunicarme con ellas.
Aquí también comenzaron a responderse mis preguntas sobre la muerte,
la reencarnación según la religión hinduista, los aprendizajes que cada ser tiene
que realizar, el por qué de la existencia.
 Las respuestas llegaron a través de distintas personas que aparecieron
 en mi vida y sentí  que mi camino tenía que ver con eso; con descubrir lo
que el Universo esconde en cada una de sus manifestaciones como información
para los seres que viven en este planeta, y que debemos aprender a decodificar.
Mi adorada hija decía que donde estaba su mamá siempre sucedían “cosas raras”,
“ que todo era posible”.
Ella era un ser muy especial. Muchas veces yo me preguntaba por qué  tuve
que estudiar para recordar tantas cosas sobre la vida y mi hija ya las sabía.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

CAPÍTULO I DEL LIBRO "MI HIJA VIVE"

                                                                                  
Tres de octubre de dos mil dos.

           Sueño...
Estoy durmiendo. Desde el lado izquierdo escucho que me llaman: ¡Blanca! 
Despierto y veo una luz blanca muy arriba de mi cabeza. Unos Seres me hablan.
No recuerdo qué me dicen. Veo el número 851.
Les pido que eleven la voz. Me envuelven en luces de colores y me quedo dormida.
Vuelvo a soñar.
Hay un niño de cinco o seis años con unos ojos diabólicos. Sé que todos le tienen miedo.
Pero yo no. Yo cuido de él.
 Estoy hablando por celular y él lo destroza con su mirada en mil pedazos. Cae
al suelo, se transforma en sangre y desaparece.
Sé, instantáneamente, que  ha muerto mi hija. La veo de cinco o seis años.
Me digo a mí misma que debo aceptar. Que ni siquiera voy a tener su cuerpo, pero que
tengo que comprender.
No escucho a mi mente. Mi emoción estalla y comienzo a llorar con
 desesperación. Me despierto con lágrimas de terrible dolor, el pecho ahogado, un sentimiento de irreversibilidad.
Algo se ha roto.
EL REGALO DE LA VIDA
           
              Hay una ciudad muy pequeña en el norte de Argentina, en la Provincia del Chaco.
              Esa ciudad  se llama Villa Ángela.
Allí nací  y  me quedé  bastante tiempo, el suficiente para darme cuenta que la vida me
reclamaba otros espacios, otras personas, diferentes trabajos y experiencias.
Pero recuerdo ese lugar, porque sucedió un hecho que marcaría mi vida para
siempre.
Era el 21 de diciembre de 1981. El calor amenazaba la mañana cuando
sonó el timbre. Un médico amigo estaba en la puerta de entrada. Amorosamente
me dijo: “Hay una bebita en el hospital y su madre no la puede criar. ¿Te gustaría adoptarla?
Está viniendo una familia de Rosario a buscarla, pero si la quieres es para ti”.
Miles de imágenes se sucedieron. ¿Una nena? No pude contestar. Eso no estaba en mis planes.
Yo vivía con quien era mi esposo en ese momento. Era maestra y trabajaba en dos turnos
atendiendo niños y adultos. Mi vida se dividía entre las tareas escolares más el gremialismo
docente, que ocupaba gran parte de mi tiempo.
 Me gustaba mucho viajar y permanentemente recorría la Provincia, participando en  diferentes
asambleas docentes, congresos, diversos tipos de elecciones gremiales, visitas a las escuelas,
colegios y realizando viajes particulares a otros lugares del país.

            Levanté los ojos y allí estaba mi médico y amigo con un signo de interrogación en su rostro.
Sola en ese momento,
sin poder contar a nadie la increíble propuesta, no pude decidir.
Dije: “Antes de mediodía te aviso”.
Cumplida su misión de arcángel Gabriel, el médico se alejó rumbo al hospital agregando:
”Sólo hasta el mediodía te espero”.
¿Qué se hace en este caso? ¿Qué se hace? Justamente estaba cuidando a un
sobrino de mi esposo, ya que era época de vacaciones. La Navidad se estaba
 acercando y, muy campante, traía regalos inesperados. De pronto dos bebés.
¿Qué locura es ésta?
Locura, locura, es una locura!. ¿Qué podría hacer con dos bebés.?
Evidentemente, devolver uno y aprender a atender a la pequeña.. Pero, ¿podré?
Lo único que quería era dormir hasta más tarde, ya que todo el año, hasta ahora,
había sido despertar temprano para ir a estudiar o trabajar, y en las vacaciones
soñaba con levantarme cuando se me ocurriera, sin molestos despertadores,
obligaciones y todo lo que significaba mi vida diariamente.
Estaba allí, absorta en mis preguntas, cuando apareció mi hermana, mi cuñado,
mi esposo, una amiga.
Todos querían correr a buscar a esa nenita. ¡Andá a buscar a mi sobrina!
Y en ese alboroto, me subí al auto, partiendo al hospital, y sin darme cuenta
 la bebé estaba en mis brazos. De la misma manera, llegué al juzgado y en un
 suspiro tenía una hija.

Y con esa hija, nuevas obligaciones. Primero, pediatra, ajuar (que también en un
suspiro toda la familia trajo), cuna, que apareció al instante, juguetes, mamaderas,
 remedios.
El Universo conspiró de tal manera que en un segundo me transformé en madre,
 mientras una parte mía tenía mucho miedo de no saber cómo se cría un bebé.
El mundo vino a conocer a esta hija del amor y todos colaboraron para cambiarle
los pañales, bañarla, darle de comer, hasta que el pediatra dijo: “¡No! ¡Tú te
encargas de ella o la devuelves, simplemente!”.
Los hijos necesitan del amor de los padres, más que de la comida y la ropa.
Sin amor pueden morir. Karen Gisella fue el nombre que le puse y comenzamos
a llamarla Gisella.
La pequeña tenía grandes ojos oscuros, cabello negro, piel morena, manitos y piecesitos
de princesa.
Durante los primeros días lloraba y suspiraba en silencio. El dolor que sintió por el
rechazo de su madre biológica debió ser muy fuerte y tardó bastante tiempo
en sentirse protegida y amada por sus nuevos padres.
Como las vacaciones ya estaban programadas, la llevé a la playa a los diez días.
Era la más pequeñita y los veraneantes se paraban a saludarla.
A los veinte días se encontraba en el moisés sobre la mesa, mientras estábamos
almorzando en la casa de la playa.. Levantó su cabeza, miró a su familia y se
integró definitivamente. A partir de allí se transformó en la niña más tranquila que alguien
hubiera conocido.

Nunca lloraba, le gustaba estar en su cuna, sonreía permanentemente, jugaba
sola, era muy feliz.Al mes regresamos y cuando llegó la época de trabajo,
 me organicé para que estuviera siempre atendida y alimentarla personalmente.
Nuestra vida  se fue ordenando y pronto funcionábamos perfectamente.
Gisella fue creciendo muy sana. Sólo tenía una alergia que le producía algo así como
un asma. Eso sucedía cuando hacía frío.
Su vida estaba llena de viajes, fiestas de cumpleaños, muchísimos primos, juguetes y
el amor de sus padres y de sus tías y tíos.
Éramos muy unidas. De hecho, como su padre viajaba mucho, siempre estaba conmigo
y las dos teníamos nuestros  propios códigos.
A los pocos días de cumplir Gisella los seis años, mi vida comenzó a
 transformarse.
Tenía un hermano muy querido. Un hermano que siempre vestía de blanco y era
pisciano, como yo.
 Había algo que nos unía, invisiblemente, además de los lazos familiares.
Mi amado hermano tuvo un accidente el 24 de diciembre de 1987.
Había viajado a Resistencia, la capital del Chaco, para comprar materiales para su
 nueva casa. El destino estaba esperándolo en una curva y ni siquiera le avisó. Fue
una milésima de segundo y salió de su cuerpo. Nunca más pudo volver.

La noticia corrió por la ciudad. Los noticieros no querían confirmarla, pues él era
periodista y locutor, trabajaba en radio y televisión y sus oyentes, sin contar a su
 familia, temían oír las palabras, la frase que significaba: ¡Nunca más!
Veinticuatro de diciembre. 32 años. Esa noche el cielo se desplomó en llanto,
la ciudad se inundó de lágrimas, terribles rayos despertaron las conciencias.
No hubo una familia en la ciudad, ni en todas aquellas hasta donde llegaba
 la señal de la radio, que no supiera que Eduardo se había ido.
Y al otro día, mientras en la radio se escuchaba la canción “Cuando un amigo
se va”, la gente de las afueras llegó descalza, con los pies sucios de barro,
a despedirlo siguiendo el cortejo.
El cielo no dejaba de llorar y desangrarse, mientras los rayos abrían portales de
 luz con sus estruendos.
La muerte, esa dama que siempre está presente aunque no la percibamos, que es
 la única certeza de la vida, decidió visitarnos ese día, en el que se dice nació
Jesús, el Mesías.






 


miércoles, 26 de octubre de 2011

MEDITACIÓN PARA EL 11 /11 /11.



Meditación para realizar el 11 de Noviembre a las 11:00 horas AM y a las 11:00 horas PM, hora local de cada país.
Recomendada por la Escuela Claridad

Les ofrecemos algunos consejos de los mundos, y que es dejar ir el mundo material. No sean demasiado interesados por el mundo material. Dediquen algún tiempo a medida que estos nuevos cambios planetarios llegan a hacer más y más trabajo interno, porque muchas cosas cambiarán.

Ustedes tienen un sistema solar interior que es totalmente dependiente de cómo su familia entera se relaciona. Lentamente comenzarán a crear amor y paz y armonía a través de su familia, y más paz y amor y armonía habrá en el mundo exterior en sus familias, más habrá con el exterior. Recuerden que su familia es lo más parecido que tienen a ustedes mismos, el reflejo en el espejo es muy claro con los miembros de la familia. Lo que no les gusta de los miembros de su familia, es una buena idea para reconocer y trabajar a través de ello. Durante su trabajo interior permiten más y más que el amor fluya entre ustedes y los que están más cerca de ustedes. Esto no es fácil, nunca fue creado para ser fácil, pero esto es sólo la forma en que es, esto es lo que sus almas eligieron antes de venir a esta tierra. Eligieron su familia y eligieron los temas específicos con los cuales trabajar.

Permítanse contactarse con cada persona en la habitación a través de su centro del corazón y dejen que el amor fluya. Cierren los ojos y vayan adentro, permitiendo que sus corazones se abran. Enviando amor a todo el mundo en este círculo y recibiendo el amor de todo el mundo en este círculo.

Permitan que el amor en este círculo crezca más y más y se convierta en más amor. Reconozcan a sus guías espirituales entrando en la habitación, estando a sus pies y siéntanlos, sientan la energía. Sientan cómo la energía está empezando a cambiar a medida que aman al que puede ser un perfecto desconocido a su lado y esa persona los ama, a cambio, porque eso es lo que vinieron a experimentar aquí en esta tierra. El olvido de lo que era amar fue seguido por un largo viaje y el recuerdo de lo que es el amor.

Permítanse visualizar a la Madre Tierra bajo sus pies. Vean en el interior de la Madre Tierra a un corazón rosado hermoso. Vean los latidos del corazón, y al mismo tiempo sientan los latidos de su corazón. Sientan los latidos de su corazón y observen que el hermoso corazón rosado en el centro de la Madre Tierra late también.

Déjense caer en el hermoso corazón rosado en el centro de la Madre Tierra y siéntanse sostenidos en las hermosas manos rosadas. Siéntanse sostenidos, totalmente seguros y absolutamente amados por la Madre Tierra.

Lo que sientan, dejen que venga y permitan que se vaya... Hay nuevas energías que llegan, pero el primer paso es estar totalmente conectados a la Madre Tierra, al sentir el amor de la Madre Tierra, sienten el cariño, el apoyo y la unidad.

Siéntanse en un lugar absoluta y totalmente seguro. Cuando sientan cosas en su cuerpo que no sea amor, sólo dejen que vengan, y que se vayan... sientan el amor, el amor de la Madre Tierra y el amor del grupo.

Permítanse conectarse entre sí desde este espacio de estar sostenidos por la Madre Tierra. Ahora permitan una conexión desde el corazón del Gran Sol Central, y vean en el corazón del Gran Sol Central, un hermoso corazón verde lima.

Permitan la energía del Gran Sol Central fluir a través de su chakra de la coronilla, a través de su tercer ojo, a través de su chakra de la garganta y a través del plexo solar… de su corazón y a través de su segundo chakra.

Permitan que esta energía energice su segundo chakra durante un rato… Lo que les permite despertar la Kundalini, las dos serpientes que viven en la base de la pelvis. Sólo sientan esta energía moviéndose y limpiando todos sus chakras y activando su Kundalini. Estas dos serpientes tienen mucho que decir si se les da la oportunidad de hablar.

A medida que se energizan permitan que estas serpientes de la Kundalini hablen, porque tienen mucho conocimiento y mucha sabiduría. Permítanse ser alimentados. Sean amables con ustedes mismos, permitiendo que la energía fluya. Permitan que la energía del Padre del Cielo se desplace por el segundo chakra y por la base, conectando con el corazón de la Madre Tierra. Sólo sientan el amor, porque esto es el amor del mundo nuevo, la Nueva Era.

Amado Poderosa y Victoriosa Presencia de Dios YO SOY en nosotros y en toda la humanidad, amado Poderoso Serapis Bey y la Hermandad de la Llama de la Ascensión!

¡SELLEN! (x3)

…nuestra dulce Tierra, Su atmósfera, todos los gobiernos en ella y Su gente en OCÉANOS de la poderosa Llama de la Ascensión!

Que su Esencia Ígnea los penetre y los sature, elevando y sacando a toda Vida sobre la Tierra de todo lo que sea humano… ¡y ascendiéndolo a todo lo que es Divino!

¡Sostengan esa vibración por siempre!... haciendo que la Llama de la Ascensión sea conocida y amada por todos los que pertenecen a las evoluciones de la Tierra. Velen porque la Llama de la Ascensión devuelva a todos a la Casa del Padre de donde vinieron… ¡para que permanezcan por siempre en la Victoria Eterna del Plan Divino de Dios ya realizado!

¡Esto será HECHO… porque hemos hecho este llamado en el Más Santo Nombre de Dios YO SOY!

En el nombre de mi propia amada Presencia de Dios YO SOY, y la de toda la humanidad, los invoco, amado Serapis Bey y la Hermandad de Luxor, para que mantenga a la Llama de la Ascensión

FLAMEANDO (x3)

a través de mis sentimientos, mi mente, mi hogar, mi trabajo y todos mis asuntos. Que Su actividad estimulante ASCIENDA TODO en mi mundo al Amor, la Felicidad, la Opulencia, la victoria y la perfección de toda índole, eternamente sostenida. Llévame a través de la Victoria de mi Ascensión cuando mi servicio aquí en la Tierra se haya completado. Mantengan la Llama de la Ascensión

FLAMEANDO (x3)

a través del mundo de los negocios, y las mentes y sentimientos de toda parte de la Vida que evoluciona sobre la Tierra, para que la Perfección se manifieste rápidamente! Les doy las gracias!

Uno mi llama Triple a la llama Triple de Serapis Bey para decirle "Yo Soy ya el Ser Ascendidos que quiero Ser".

YO SOY la luz de la ascensión, la Victoria que fluye libremente, todo lo Bueno logrado al fin, para toda la eternidad. YO SOY luz, todo peso se ha desvanecido, hacia el aire Yo me elevo; sobre todos derramo con pleno poder Divino, mi maravilloso canto de alabanza. ¡Salve a todos! YO SOY el Cristo vivo, El que está amando siempre. Ascendido, ahora, con pleno poder Divino. ¡YO SOY un sol resplandeciente!

Edición y Difusión: www.escuelaclaridad.com.ar



martes, 25 de octubre de 2011

SER

             A mi alrededor las paredes, las puertas, los objetos, cambian de forma.
 Veo como se mueven, se agrandan, se desdoblan.
Nada es estático, todo está en continuo movimiento.
¿Y YO?
¿Estaré recordando este dolor?  ¿Seré sólo una forma plasmada de tristeza?
Me estoy mirando desde planos diferentes. Pienso, siento: ¿Soy uno de mis aspectos
multidimensionales? ¿Realmente tengo cuerpo físico?
Todo a mi alrededor se mueve, todo escapa de la forma en que fue creado.
Ante mis ojos se disuelven en suaves movimientos. Y yo con ellos participo de una danza silenciosa y cómplice.
 Yo no tengo cuerpo. Cada uno de mis espacios internos conjuga el verbo SER.
Y soy como una nota cuyo sonido se dibuja en el aire, suave, dulcemente, uniéndose con sus hermanas, creando una canción de AMOR, de tan perfecto AMOR que las flores despiertan, se enamoran y confían.
Y cubro mi dolor con mi propio AMOR, pues soy vaso y cántaro a la vez. Soy Amor y Dolor. Soy silencio y poesía. Soy música, estoy aquí y allá, donde necesite estar…para poder continuar.



A mi hija Gisella

Este libro fue escrito por Amor a alguien que llenó de bendiciones mi vida y que se fue muy pronto de este plano dejando profundas huellas en quienes la amamos. Enseñanzas, anécdotas, vivencias, risas y llanto, todo se mezcló en esa impronta ,quedando hoy un dulce recuerdo de tan incondicional Ser.
Compartiré aquí, páginas del libro, escritos de interés espiritual y todo aquello que tenga que ver con lo que siento, siempre dispuesta a recibir informaciones y a responder inquietudes.
En amor y Luz.
Blanca